domingo, 22 de febrero de 2015

LA PAZ

 LA PAZ

Se dice que si una persona carece de paz, no puede ser feliz. Esto no es
totalmente correcto. En lugar de lamentarse por su intranquilidad, debe
esforzarse por lograr la paz verdadera con valor y fe. Esta es la diferencia
entre el optimista y el pesimista.
De todos los poderes del mundo, el poder de la humanidad es el más grande,
de hecho todo lo material en la tierra está valuado solo por el hombre.
¿Quién le da valor al diamante y al oro? ¿Quién le da el valor a la tierra?
¿No es el hombre? El hombre valúa todas las cosas de este mundo, pero es
incapaz de reconocer su propio valor. Entonces, ¿cómo puede el hombre
intentar entender el valor de la Divinidad?
Antes que nada, el hombre debe reconocer su propia fuerza y valor. Después,
estará en la posición de tratar de entender a la Divinidad. Dios no está
presente en un sitio específico, como El Paraíso o Kailasa (un monte de la
India
), o en cualquier otra mansión celestial. La verdadera residencia de
Dios está en el corazón del hombre. Ustedes no están haciendo ningún
esfuerzo para hacer el viaje hacia el interior (Nivritti Maarga). Todo lo
que ven, oyen o piensan son actos externos. En realidad, todo lo que hacen
es externo. Así, están totalmente absortos en las actividades externas y
descuidan completamente el viaje interno.
Para comenzar este viaje se necesita fe en la divinidad interior. La fe en
Dios promueve el amor. El amor conduce a la paz. La paz prepara el camino
para la verdad. Si el hombre vive en la verdad, experimenta la
bienaventuranza, que es Divina.
 

martes, 10 de febrero de 2015


Aprende a existir en silencio.


 
Mira en silencio.
Escucha en silencio.
Percibe en silencio.
Huele en silencio.
Palpa en silencio.
Trabaja en silencio.
Vive en silencio.
Ama en silencio.
 
Y encontrarás
la infinitud del silencio,
la eternidad del silencio,
el abismo del silencio,
la sabiduría del silencio,
el amor del silencio,
la pasión del silencio,
la belleza del silencio,
la plenitud del silencio,
la armonía del silencio